viernes, 12 de noviembre de 2010

A Puerto Rico Ausencia José Gautier Benítez

2 comentarios:

  1. Poema del Poeta Puertorriqueño, José Gautier Benítez
    Declamado por Marcelino Vázquez Vega

    "El gran Gautier"
    José Gautier Benitez, nació el 12 de noviembre de 1851 en Caguas. Estudió milicia en España, donde obtuvo el grado de oficial. La ausencia de su patria parece le era muy sentida, y regresó para dedicarse al periodismo y a la literatura. Fundó la "Revista Puertorriqueña" en 1878. Se le considera la primera figura del romanticismo poético de Puerto Rico. Sus poemas A Puerto Rico ausencia y A Puerto Rico regreso, le hiceron famoso y admirado. Tuvo una corta existencia, pues falleció en enero de 1880 a causa de una tuberculosis.
    Poeta puertorriqueño, nació en Caguas y falleció en San Juan. A Gautier Benítez se le considera como el más alto exponente del post-Romanticismo de Puerto Rico. Se le conoce también como "El Bécquer Puertorriqueño", y no sin razón, porque la influencia becqueriana aparece a todas luces en muchos de sus poemas, tanto en cuanto a la técnica de la métrica y versificación, como al contenido. Hasta llegó a usar alguna vez el pseudónimo de "Gustavo".
    Murió muy joven, a los treintaidós años, fue uno de los exponentes más grandes del pre-Modernismo hispanoamericano, por su elegancia en el estilo, su delicado sentimiento, su exotismo y fina dicción.
    Pasó algún tiempo en España, haciendo la carrera de militar, sin llegar a ejercer dicha actividad. Mientras su estancia en España, la añoranza de su querida Isla se trasluce en algunos de sus mejores poemas, como se puede notar en tres poemas dedicados y titulados Puerto Rico.
    Gautier Benítez fue un lírico consumado. Cantó a la amistad, al amor, a la patria y la muerte. Son conocidos sus poemas Ausencia, Regreso, y La Barca

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  2. Puerto Rico, Patria mía,
    la de los blancos almenares,
    la de los verdes palmares,
    la de la extensa bahía:

    ¡Qué hermosa estás en las brumas
    del mar que tu playa azota,
    como una blanca gaviota
    dormida entre las espumas!

    En vano, patria, sin calma,
    muy lejos de ti suspiro:
    yo siempre, siempre te miro
    con los ojos de mi alma:

    En vano me trajo Dios
    a un suelo extraño y distante:
    en vano está el mar de adelante
    interpuesto entre los dos:

    En vano se alzan los montes
    con su manto de neblina:
    en vano pardas colinas
    me cierran los horizontes:

    con un cariño profundo
    en ti la mirada fijo:
    ¡para el amor de tu hijo
    no hay distancia en el mundo!

    Y brota a mi deseo
    como espléndido miraje,
    ornada con el ropaje
    del amor con que te veo.

    Te miro, si, placentera
    de la Isla separada,
    como una barquilla anclada
    muy cerca de la ribera.

    Do el viento sobre las olas
    te lleva en son lastimero,
    del errante marinero
    las sentidas barcarolas;

    Y céfiros voladores
    que bajan de tus montañas,
    los murmullos de tus cañas,
    los perfumes de tus flores.

    El mar te guarda, te encierra
    en un círculo anchuroso,
    y es que el mar está celoso
    del cariño de la tierra;

    Y yo, patria, que te quiero,
    yo que por tu amor deliro,
    que lejos de ti suspiro,
    que lejos de ti me muero.

    Tengo celos del que mira
    tus alboradas serenas,
    del que pisa tus arenas,
    del que tu aliento respira.

    Tu das vida a la doncella
    que inspira mi frenesí,
    a ella la quiero por ti,
    y a ti te quiero por ella.

    Ella es la perla brillante,
    en tus entrañas formada,
    tú, la concha nacarada
    que guarda la perla amante.

    Es paloma, que en la loma
    lanza su arrullo sentido,
    y tu, patria, eres el nido
    donde duerme la paloma:

    Si yo te vi indiferente,
    si mi amor no te decía,
    ¡ay patria, yo no sabía
    lo que es el llorar ausente!

    Mas hoy que te ven mis ojos
    de tu mar entre las brumas,
    como una ciudad de espuma
    forjada por mis antojos:

    Hoy que ya sé lo que vales,
    hija del sol y del viento,
    que helare mi sangre siento
    con las brisas invernales;

    Hoy diera, en la tierra hispana,
    el oro que el mundo encierra,
    por un puño de tierra
    de mi tierra Borincana.

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